Claudia Pérez, Microlecturas de literatura lesbiana desde el Río de la Plata. Biblioteca Plural, CSIC, Universidad de la República, 2018.
(El texto que sigue a continuación fue leído en la presentación del libro, realizada en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República)
Como no soy especialista en teoría literaria, en ninguna de sus múltiples vertientes, mi acercamiento a este libro es desde el lugar de una lectora. Este lugar de lectora no especializada tiene ciertos límites, sobre todo en lo que respecta al alcance y la precisión de mis reflexiones, pero también, como contrapartida, me otorga cierta libertad de movimiento que a los especialistas en general les resulta más difícil o más costoso permitirse. La principal de estas libertades es la de equivocarme. La de desviarme, sin mayores consecuencias, de lecturas o interpretaciones que otros receptores de estos textos puedan considerar más certeras, más sofisticadas, o más productivas.
Como no soy especialista en teoría literaria, en ninguna de sus múltiples vertientes, mi acercamiento a este libro es desde el lugar de una lectora. Este lugar de lectora no especializada tiene ciertos límites, sobre todo en lo que respecta al alcance y la precisión de mis reflexiones, pero también, como contrapartida, me otorga cierta libertad de movimiento que a los especialistas en general les resulta más difícil o más costoso permitirse. La principal de estas libertades es la de equivocarme. La de desviarme, sin mayores consecuencias, de lecturas o interpretaciones que otros receptores de estos textos puedan considerar más certeras, más sofisticadas, o más productivas.
Por otra parte, la
modalidad crítica de Claudia permite, avala y hasta induce a asumir una actitud
exploratoria a la hora de recorrer estas páginas. A vivir la experiencia de
leer como una aventura. Es la de Claudia una escritura que propone sin imponer,
sugiere y problematiza. Abre interrogantes y plantea cuestiones, eludiendo la
tentación de señalar soluciones. En este libro se exploran caminos a veces
divergentes entre sí, se buscan intersecciones o afinidades y se problematizan
las diversas respuestas posibles. Esta forma abierta de crítica, o esta forma
de crítica abierta, valora la diversidad más que la dicotomía, aprecia el
espacio indeterminado, la frontera, más que los términos de una oposición
binaria. Es la puesta en marcha de un proceso que invita al lector a participar
y a involucrarse, a reformular y reescribir, actuando como un receptor productivo.
La selección de
escritores que se analizan cubre un espectro amplio, tanto desde el punto de
vista histórico como geográfico. Cristina Peri Rossi, Marguerite Yourcenar,
Marcel Proust, Sylvia Molloy, Nancy Bacelo, Safo. Entre otros.
En la introducción, que
es muy breve, se aclara el propósito del libro, anunciado desde el título. Evidenciar
los signos de una escritura de impronta lesbiana. Estudiar, a través de casos
puntuales, cómo las mujeres cantan o narran su amor por otras mujeres. Qué
estrategias discursivas utilizan, cómo se apropian de códigos pertenecientes al
discurso erótico tradicional y los emplean de manera creativa, desde qué lugares
hablan, cómo enturbian los límites entre las categorías heredadas, asumiendo a
veces un yo escritural masculino y a partir de qué procedimientos van
construyendo su propio objeto del deseo. Para explorar estos temas, Claudia
toma determinadas prácticas discursivas y las analiza en profundidad. De ahí el
uso del término microlecturas. Una lupa se detiene en una palabra, o en una
frase, y la analiza exhaustivamente, enfocándola desde diversos campos
teóricos. No para reducir la polisemia del texto, sino para disfrutarla. No
para simplificar, sino para enriquecer. A través del análisis de una temática,
o del tratamiento del yo lírico o narrativo, se buscan rasgos “reconocibles,
identificables y visibilizantes de lo encubierto”. Los textos seleccionados son
aquellos que se separan o “diverten” del canon, dando cuenta de posiciones homoeróticas.
En el prólogo al libro Crayencour, Hadrianus, la tesis de
Claudia Pérez sobre Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar, Roger Mirza ha
señalado algunas características de la escritura de Claudia que están presentes
también en estas microlecturas. Cito algunas de esas características mencionadas
por Mirza: “fina sensibilidad literaria, abundante bibliografía, gran solvencia
teórica, sutileza”.
Un
primer acercamiento deja en evidencia que estas lecturas eluden cualquier
intento de simplificación. Cada palabra y cada frase abren diversas
posibilidades de análisis, inician múltiples caminos, senderos mejor dicho, ya
que éste es el término elegido por la autora. Es un proceso recurrente, porque
esos senderos laterales se siguen abriendo. Y prefiero no decir que se
bifurcan, ya que el término bifurcarse contiene en sí mismo una concepción y un
origen binarios. Un lector no especializado en esta disciplina, como es mi
caso, tal vez no pueda transitar todos esos senderos posibles. Lo que podemos
hacer esos lectores es efectuar a su vez una microlectura parcial, localizada, de
las microlecturas de Claudia. Detener el fluir del texto y posicionarnos en una
grieta, en un pliegue, sin la pretensión de alcanzar una visión global.
Cuando
Cristina Peri Rossi publica, en el año 1971, el libro de poemas Evohé, el campo literario rioplatense no
estaba muy atento a las cuestiones de género. En Evohé y otros libros posteriores, encontramos a una mujer que canta
su amor por otra mujer. En la construcción de la mujer amada como objeto del
deseo, la escritora utiliza, a su manera, códigos pertenecientes al discurso amoroso
tradicional. Peri Rossi, escribiendo desde la otredad, constituye un desafío
permanente a los intentos que podamos hacer por clasificarla. En sus libros, los
límites entre categorías se enturbian y se confunden. Elude una clasificación
fácil, no resulta posible encasillarla y lo que parece más productivo en su
caso es una mirada desde la teoría “queer”. Sin olvidar la tensión subyacente a
la propia frase “teoría queer”, como señala Claudia en trabajos anteriores. Una
suerte de oxímoron cuyos dos términos parecen apuntar en direcciones diferentes,
ya que mientras el término teoría induce a buscar paradigmas, el término queer
tiende a eludirlos.
Como ya dije antes, no es
el propósito de este libro responder preguntas o zanjar cuestiones. Por el
contrario, una de las estrategias utilizadas consiste en el uso frecuente de la
interrogación. Se interpela a los
autores, a los textos y también, de alguna manera, a los lectores. De este
capítulo en particular, lo que a mí me queda son preguntas. Elijo algunas de ellas:
¿Hacia dónde conduce la salida del closet? ¿Hacia otro closet? ¿Hacia otros
estantes del mismo closet? ¿Hacia otros estantes de otro closet? ¿Acaso se ha
salido del clóset para gestar otro o para desplazar su función hacia otra
región? En este fluir de interrogantes que nunca cesan, Cristina Peri Rossi se
perfila como una eterna extranjera, una eterna exiliada.
En un libro más reciente,
del 2012, Habitaciones privadas, se
explora la inclusión del silencio en la escritura. El silencio como estrategia
de invisibilización de la otredad. Y se analizan las posibilidades que tiene la
crítica literaria de ejercer una acción de sabotaje, de exponer las estrategias
de naturalización presentes en ciertas obras. La autora se interroga y nos
interroga acerca de si determinadas prácticas de discriminación se han superado
o sólo se han desplazado, saliendo de los discursos oficiales pero
permaneciendo en conductas sociales internalizadas por los sujetos.
Con
Marguerite Yourcenar la lupa se detiene en otra práctica escritural, tendiendo un
puente desde el Río de la Plata al compararla con textos de la poeta uruguaya
Nancy Bacelo. Se trataría en estos casos de autoras mujeres que al hablar
asumen un yo masculino, un yo virilizante, que hablan desde posiciones de autoridad
y poder y cuyos relatos se apropian de códigos pertenecientes a la tradición
literaria hegemónica. Un emperador romano que habla a través de una mujer, una
mujer que habla a través del emperador. Un estilo aseverativo, contundente,
sentencioso.
También tienen su lugar
las traducciones que hizo Yourcenar de poetas griegos. En un eje temporal que
comienza en la poesía de Safo para llegar hasta textos de la escritora argentina
Sylvia Molloy, recorremos la tradición literaria del amor entre mujeres.
Claudia vuelve a apelar
aquí a una mirada queer, que le permite recorrer textos canónicos sin caer en
sistemas de recepción ya cristalizados.
Marcel
Proust, últimos fragmentos de El tiempo
recobrado. La lectura de Claudia se detiene en las reflexiones del autor
sobre el monstruo, los “seres monstruosos”. A partir de estas palabras, Claudia
trabaja en torno a lo excluido, lo no visible, lo monstruoso que yace
solapadamente dentro de la norma, “lo siniestro freudiano escondido en el
significado”. Nos recuerda, como en un espejo, la mirada furtiva del narrador
proustiano, que en volúmenes anteriores, en su juventud, observaba a escondidas,
como desde el ojo de una cerradura, escenas ocultas, prohibidas, excluidas por
las convenciones sociales de su época. Desplazándose desde lo invisible, la
mirada poética en el tiempo recobrado observa lo que está naturalizado, y lo experimenta
como nuevo y extraño.
En
un viaje por el tiempo, llegamos en el último capítulo a una película reciente
sobre Isabel Primera de Inglaterra. Encontramos la transcripción de un diálogo
entre la reina y Walter Raleigh. Navegante, aventurero, explorador, pirata para
algunos, que también transitó, nos informa Claudia, por la escritura.
Después de haber
reflexionado sobre el tiempo en el capítulo dedicado a Proust, en esta escena la
mirada se aproxima al lugar, el topos. Partiendo de la utopía de Tomás Moro, se
nos conduce por diversos planos históricos y líneas de pensamiento, en párrafos
de gran densidad crítica y teórica, para llegar a las nociones de heterotopía,
eutopía y distopía y preguntarse, finalmente, si es posible una lesbotopía, una
patria lésbica. Si la salida del closet a la tierra prometida puede concretarse
y qué consecuencias conlleva. Cuando la reina, anclada en su trono, dialoga con
el explorador, le pregunta ¿Somos nosotros los que descubrimos ese nuevo mundo
o él nos descubre a nosotros?
Si Peri Rossi se define,
se siente siempre extranjera, también lo hace Marguerite Yourcenar. Extranjeras
y peregrinas explorando un mundo que también las redescubre a ellas.
La escritura de Claudia
Pérez no se define en la linealidad, no transita caminos rectos, sino que se
abre y se despliega generando incertidumbres. Nos lleva en diversas direcciones
y nos deja en el umbral de posibles respuestas.
También es una práctica
crítica que elude las generalizaciones para enfocarse en temas puntuales. Que
plantea dudas e inquietudes y que se sostiene en las tensiones.
Nota: Texto leído en la presentación del libro, realizada en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.