HISTORIAS UN POCO DESORDENADAS
Times New Roman 12, doble
espacio. Una copa de agua mineral, la calefacción al máximo y una manta sobre
las rodillas.
Soy más vieja que mi abuelo.
Tengo veinte años más de los que tenía mi abuelo Giulio cuando murió de un
infarto en Buenos Aires. No lo conocí, ya que nací un cuarto de siglo después
de su muerte. En la familia decían que yo me parecía a su madre, a un retrato
que él guardaba de su madre.
……………….
A eso de las cinco, día por
medio, Fran y yo nos encontramos junto a la fuente del obelisco y salimos a
caminar por el parque. El corazón de Fran no funciona muy bien y yo estoy
recuperándome de la última cirugía - me extirparon medio riñón para evitar
que el nuevo tumor se expandiera- de modo que cada dos o tres cuadras nos
sentamos a descansar. Nuestros cortos paseos duran toda la tarde.
Al caminar, ambos nos
concentramos en no tropezar con los desniveles del suelo. Un suelo de grava
erosionado por la lluvia y las raíces de los árboles.
-La senectud no deja de tener
inconvenientes -decreta Fran de buen humor- pero es el precio que tenemos que
pagar para seguir viviendo.
Es uno de esos días húmedos que
todos los años anuncian el temporal de Santa Rosa.
………
Mi
abuelo era italiano y mi abuela andaluza. El mayor de sus tres hijos, mi padre,
nació en el Uruguay, el segundo en la Argentina y el menor en Paraguay. Entre
los años veinte y treinta del siglo pasado vivieron un tiempo en la ciudad de
Asunción, donde querían radicarse, pero al estallar la guerra del Chaco
decidieron volver a Buenos Aires. Con mucho dolor dejaron atrás una gran casa
con un fondo poblado de fantasmas -“poras” que ya estaban ahí cuando ellos
llegaron- y a una niñera guaraní de trenzas muy largas que se llamaba
Teresa.
Mi padre conservó siempre las palabras que ella
le enseñó.
……….
Segundo jueves de cada mes,
berenjenas a la parmesana. Durante la cena conversamos sobre los caprichos de
la calefacción, que funciona cuando quiere, y sobre los defectos y virtudes del
nuevo portero de la noche. El anterior, que durante el día estudiaba en la
Facultad de Derecho, regresó a Paysandú a ejercer como escribano.
Martín me escucha atentamente
mientras piensa en otra cosa. Mañana tiene que madrugar para llegar lo más
temprano posible a la plantación de árboles frutales que está llevando adelante
con un grupo de amigos, a resolver pequeños problemas de orden práctico
causados por el exceso de lluvia de estos días.
Como fue él quien preparó la
cena, me ofrezco a lavar los platos.
……….
Tía Rosita nació con una pequeña
protuberancia en la espalda, una deformidad que se fue acentuando con los años.
Perduró en la casa de sus padres como una criada, nunca reconocieron que era
parte de la familia. Sus hermanas, elegantes y hermosas, aspiraban a realizar grandes
casamientos.
Rosita vivió hasta los ochenta y
siete años. La recuerdo como una viejita muy fea, siempre de buen humor y con
la chispa de la inteligencia en su mirada.
……….
Primer martes de octubre. Empecé el
día destornillando un tornillito de apariencia muy inofensiva y cuando quise
acordarme estaba empantanada en un desagüe crónico. Sifones que se tapan,
válvulas que dejan de funcionar. Ese mundo misterioso que se ramifica detrás
del porcelanato de las paredes y el piso del baño. Cañerías que se van tapando
de a poquito y lo único que hay que hacer es llamar al sanitario -plomero le
decíamos antes- y él se encarga de todo. Pero el tornillito ése parecía tan
inofensivo…
……….
Casar a sus siete hijas fue la
prioridad absoluta de mi abuelo materno durante sus últimos años. Pretendientes
no faltaban, por suerte. Sólo había que recibirlos en la casa de la calle Félix
Olmedo, atenderlos en la forma apropiada, seleccionar a los más convenientes
empleando una amable discreción y después distribuirlos en el orden adecuado
entre las jóvenes casaderas.
Ellas
podían opinar, por supuesto. Y sus opiniones eran escuchadas con mucho cariño.
………..
Mármol, bronce y granito. Treinta
mil metros cuadrados de galerías, escalinatas, columnas de capiteles romanos,
arcos de medio punto, terrazas, pasillos, esculturas neoclásicas, jardines,
balaustradas y claraboyas. El Hospital Italiano.
Seguimos adelante, hacia el norte -los
puntos cardinales son un aporte de Fran- y al sentir las campanadas de las seis
doblamos hacia el este. Después de caminar unas cuadras nos sentamos a
descansar en un banco a la sombra de un castaño.
Cuando Fran comienza a aburrirse,
retoma alguno de nuestros temas habituales. Diálogos que llevan varios años,
conversaciones en las que ambos repetimos una y otra vez las mismas frases, sin
darles demasiada importancia. Y así seguimos un rato, yo burlándome un poco de
sus convicciones y él de mi confortable escepticismo.
…………
Me contaron que aún se
escuchan sus voces, en el patio de atrás. Sólo algunos días, al amanecer,
cuando la escarcha comienza a evaporarse y el campo queda sumido en una neblina
incierta. Se oyen ladridos y relinchos entre las risas y gritos de los más
jóvenes.
Los Martínez y los Barrios
iban a la guerra con sus hijos varones y los trabajadores de la estancia. Bien
montados y con ponchos muy gruesos, que además de protegerlos del frío podían
desviar o amortiguar el corte de una cuchilla o de una lanza.
No es fácil
ensamblar las historias que escuché en la casa de mi abuela con la historia
oficial de levantamientos armados en la campaña. Los tiempos no siempre
coinciden y la cartografía tampoco es muy confiable. Parece que donde nosotros
vemos un arroyo, los mapas indican que hay una cañada, o al revés.
Cuando los hombres se iban, en
las casas sólo quedaban las mujeres y los niños. En esas ocasiones y temiendo
un asalto nocturno, mi bisabuela se sentaba en una mecedora junto a la puerta
de entrada y pasaba las noches en vela. Fumaba cigarros de chala para
mantenerse despierta y tenía un arma al alcance de la mano,
un trabuco que podía disparar un solo tiro y no con mucha precisión. En otra
habitación dormían sus hijos, demasiado pequeños aún para acompañar a su padre.
Las heridas de sable que Fabián
Martínez sufrió en esas batallas nunca sanaron del todo. Aun así, me consta que
él, a diferencia de muchos otros, pudo envejecer y morir en su casa. Me inclino
a recordarlo como un hombre de paz, que sólo tomaba las armas cuando no veía
alternativa. Fue el último caudillo de la familia y mi abuela Juanita su única
hija mujer.
Manuela Barrios -la abuela
Mañoñó- vivió hasta los noventa y cuatro años y conservó siempre la costumbre
de fumar.
……….
…alteraciones
estructurales óseas en vértebras lumbares… áreas de hipodensidad… signos
compatibles con secundarismo óseo vertebral y pelviano… (2007) …múltiples
lesiones blásticas en vértebras torácicas y lumbares… (2008) … múltiples
lesiones sustitutivas óseas en el raquis dorsal y lumbosacro… (2010) …
Comparado con estudios anteriores parece presentar menor actividad a nivel de
las lesiones dorsales altas y calota craneana y mayor actividad en dorsales
bajas y lumbares… (2010) …persisten lesiones óseas… (2013)
Las metástasis en mis huesos no han
avanzado en los últimos años. Aun así, las huellas permanecen y quedan registradas
en los análisis. Nunca se van del todo, me explicaron.
……….
Hacia fines del
siglo XIX llegaron inmigrantes italianos a instalarse en la zona de los molles.
No entendían ni les interesaban los conflictos partidarios de los criollos, me
temo que los consideraban un montón de bárbaros matándose entre ellos por unas
vinchas de colores. Trataron de mantenerse al margen de los avatares de la
época, pero en ocasiones se vieron afectados. Rafael, el mayor de la primera
generación nacida en el país, tenía dieciséis años cuando un destacamento
armado lo reclutó sin preguntarle su opinión. Fue necesario que su padre, que
apenas hablaba español, atravesara una campaña plagada de peligros para
llegar al pueblo más cercano, situado a unas cinco leguas de distancia. Allí
pudo tramitar una especie de salvoconducto emitido por una especie de juez o alguien
que representaba cierta autoridad, apelando a una especie de compromiso que
eximía a los inmigrantes italianos de participar en guerras, revoluciones, levantamientos
o revueltas. Gracias a aquel papel membretado, lleno de sellos y firmas, que un
sargento tal vez analfabeto eligió acatar, Rafael pudo volver a su casa sano y
salvo, aunque cuentan que no de muy buena gana. El cariño de sus padres había
interrumpido la única aventura que tuvo en su vida. En mi memoria figuran
también unas quitanderas y un cocinero, que de alguna manera se integran al
conjunto. Con esta anécdota empieza y termina la experiencia bélica de la rama
italiana de mi familia materna.
Mi abuelo Chico era
el menor de los once hermanos de Rafael.
……………
Martín está preocupado porque
la cajera del supermercado lo trató de usted. Aquí está su vuelto, señor, le
dijo.
Estamos preparando un copetín
-exceso de grasas y de sodio acompañado con cerveza- `para comer mientras
miramos el partido por la clasificación al mundial.
Es que era una chica muy
joven, comento, para consolarlo.
……………
-Uno de mis miedos es abrir por
error la agenda de otra persona y seguirla al pie de la letra durante años.
Estamos sentados a la sombra de
un tipuana, rodeados por cipreses, araucarias de forma acampanada, eucaliptos,
pinos, robles, encinas y fresnos. Mi conocimiento de los árboles es muy superficial
y se lo debo a Martín, que ha hecho varios cursos de jardinería y paisajismo.
-Sin
darme cuenta de que los proyectos que insumían mi energía no eran los míos.
Fran me escucha en silencio,
mientras yo me explayo largamente sobre mis obsesiones, pesadillas y deseos. Cerca
de nosotros, un pajarito de apariencia muy angelical está tragándose
una lombriz.
…………….
Se escapó de su casa para
unirse a una revuelta contra el gobierno. Era muy jovencito. Su madre se vistió
de negro hasta el fin de sus días, unos cincuenta años después. Esto me escribe
una de mis primas, pero no sabe el nombre del muchacho y ni siquiera está muy
segura de que haya pertenecido a la familia. Sólo recuerda haber escuchado esa
breve historia alguna vez.
También me comenta que le
envió los textos a su hija, que vive actualmente en algún punto del hemisferio
norte. Carolina le contestó que le parecen muy interesantes, aunque todavía no
ha encontrado tiempo para leerlos. Trabaja en un organismo internacional y está
siempre muy ocupada.
……..
Un bichito de San Antonio se
pasea por mi mesita de luz. En nuestro modesto ecosistema hay también polillas,
libélulas que se refugian en el balcón cuando se avecina un temporal, varios
pajaritos que vienen a alimentarse de dichas libélulas, algunas arañitas
minúsculas, los ácaros que habitan en el polvo doméstico y nos causan alergia,
todo tipo de bacterias, en su mayoría benignas, mosquitos y algún que otro
virus. Los productos que compro para combatirlos generalmente nos provocan aún
más alergia o incluso ataques de asma.
…………
La maestra de mi madre se casó
con el hermano de mi abuela. Aunque ahora suene un poco entreverado, en aquel
contexto resultó algo esperable. Como no había escuelas en varias leguas a la
redonda, mis abuelos consiguieron autorización para instalar una en su
propiedad, donde aprendieron a leer y a escribir los niños de la casa y de los
alrededores. También lograron armar una pequeña biblioteca con libros que les
enviaban sus parientes de la capital.
En
aquellos años, las familias rurales tenían poco contacto con el resto del país.
Sus hijos nacían casi sin ayuda y los que sobrevivían eran bautizados en el
pueblo más cercano durante la primavera siguiente. A la hora de morir, no había
médicos ni sacerdotes.
………..
-Es como una ausencia que se
va descascarando de a poquito.
Fran, con su personalidad
levemente ondulada, es el compañero ideal para transitar por mis laberintos
interpretativos.
-No sé si me explico…
Tras una mirada
indescifrable, me propone retomar la caminata. Yo me levanto primero - mis
rodillas funcionan mejor que las suyas- y lo ayudo a incorporarse. Puedo ver en
su rostro señales de que el pulso le tembló un poco al afeitarse esta mañana.
Estamos en junio y los
senderos del parque están cubiertos por hojas doradas que crujen cuando las
pisamos.
………
Cliccare qui.
Istruzione per il riconoscimento della
cittadinanza.
Su nombre, lo
único que recordamos de Natalia Máspero, figura en los documentos necesarios.
Sus partidas de nacimiento, matrimonio y defunción integran los expedientes de
varias peticiones de ciudadanía.
Estratto dell'atto di nascita dell' antenato
italiano... non fossero ancora in uso all'epoca... certificato de
batesimo...
Es posible que sus bisnietas conservemos
algunos de sus rasgos. Un lunar junto al párpado izquierdo, por ejemplo, o cierta
propensión al mutismo.
...ottenuto l'appuntamento... sottolineare
che... l'eventuale ricerca degli ascendenti...
Hablamos un idioma que ella no comprendía.
………….
La
idea original era escribir una novela. Hace años que lo intento, pero nunca
logré construir una narradora confiable. Y mucho menos ordenada o imparcial. Me
temo que el afecto que siento por algunos de los personajes haya nublado mi
espíritu crítico.
Es
un domingo de agosto, frío y soleado. Estoy en pantuflas y salto de cama, instalada en el sillón con una bandeja de masitas de chocolate y dulce de leche.
Martín viajó a Buenos Aires, a pasar el fin de semana con una amiga.
………………