sábado, 8 de septiembre de 2012

Ilusiones

Ilusiones


Maite cree sinceramente en su propia existencia. Y no sólo en la suya sino también en la de su familia, en la de sus amigos y en la de su gata. También tiene el hábito de atribuirse, cada mañana, una identidad propia, única y estable, que arrastra consigo durante todo el día. 
    Algunas personas de su entorno son más ingenuas aún. Por ejemplo, Natalia está convencida de que el reloj de oro que su esposo le regaló para celebrar veinte años de matrimonio es un reloj de oro que su esposo le regaló para celebrar veinte años de matrimonio. Parece innecesario agregar que Natalia también cree en su matrimonio e incluso en su esposo. Siguiendo con este catálogo de singularidades, anotemos que Martín tiene fe en su profesión y Jota en su ideología. Clara afirma que olvidar es posible, Aldo insiste en que la felicidad es un camino por el que todos podemos transitar, Equis se toma en serio su propia importancia y Miguel está enamorado. Emilia disfruta de su empleo en una oficina de exportaciones e importaciones, Luis no ha perdido aún el respeto por la humanidad y Julio opina que un buen asado a las brasas explica ciertas cosas. 
    Muchos sostienen que el país en el que viven es efectivamente un país, algunos evidencian un curioso optimismo con respecto al futuro y todos ellos están convencidos no sólo de existir sino también de estar vivos. Aun los que se jactan de practicar un elegante escepticismo, como Raúl, sólo en raras ocasiones dudan de su propia factibilidad.

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