martes, 25 de diciembre de 2018

Hogar dulce hogar





Tetrodotoxina. Parálisis y muerte en menos de seis horas. Cianuro, ingerido o inhalado. Ataques, paro cardíaco y muerte en unos minutos. Mercurio, inhalado. Su vapor ataca el cerebro, terminando con el sistema nervioso central y los pulmones. Estricnina, ingerida o inhalada. Pesticida que sin ser especialmente venenoso provoca una muerte espantosa haciendo que todos los músculos sufran fuertes espasmos hasta que la víctima muere por agotamiento. Amatoxina, ingerida. Presente en ciertas setas, destruye los riñones y el hígado en cuestión de días. Compuesto 1080, ingerido o inhalado. Otro pesticida sin olor, sin sabor, soluble al agua, que bloquea el metabolismo celular provocando una muerte rápida pero dolorosa.
Tita bosteza y decide descansar unos minutos. Después de trabajar toda la tarde, bien puede tomarse un té. Mientras se dirige a la cocina, hace una breve recapitulación de sus planes. Ya ha elegido el lugar, las circunstancias, el veneno e incluso la víctima. Sólo le falta encontrar un motivo para cometer el crimen.
Seleccionar el veneno adecuado le llevó varias horas de búsqueda en internet, pero el resultado vale la pena. Inodoro, insípido, incoloro y carente de antídoto, el cloracetato de flúor se perfila como la solución ideal.
Satisfecha, agrega seis cucharaditas de azúcar a la taza de porcelana francesa donde se enfría su té de malva.
Es cierto que aún hay otras opciones a valorar entre los venenos más letales del mundo. Por ejemplo, la toxina botulímica. Al ingerirla, el sistema nervioso falla por completo y la persona muere entre dolores terribles. Curiosamente, señala Tita en una nota al margen, esa toxina se usa en tratamientos de estética bajo el nombre de bótox.

......

                   -…el lunes de tarde, mientras esperaba que Adelita me pasara a buscar para ir a la reunión del círculo…
                   -¿azúcar?
                   -… en lo de Lala, a las ocho y cuarto, cada quince días.
                   -…la encontré un poco distraída, como si no me escuchara bien…
                   -… y este invierno que no se termina nunca…
                   Un hogar de ancianos autogestionado y sin fines de lucro. Tita, Coca y Chichita son las orgullosas fundadoras de lo que consideran una experiencia revolucionaria. Renovadora. Original, al menos.
                   - …licor de carqueja ¿una copita?
                   -…la consola de mármol, aquella que la abuela tenía en la entrada, siempre con un ramo de magnolias…
                   -…bizcochitos de anís, comé tranquila que no engordan…
                   Chichita aportó la casa, Tita la idea y Coca los límites. Su plan es compartir los gastos y las tareas, integrando hasta un total de doce o quince personas. Si se organizan bien, pueden alcanzar un nivel de vida confortable, ahorrarse el costo de un residencial privado y hacerse compañía entre ellos.
                   -…si al menos se hubiera casado…
                   - ... y lo peor es la humedad.
                   -…aquel muchacho tan bueno, sobrino de las Vecchio, que la cortejaba cuando Martita cumplió los quince. Pero las de Acuario son así, caprichosas…
                   - …cuando enterramos a Rosita ¿se acuerdan?
                   En estos momentos hay otras cuatro personas participando del proyecto, cumpliendo un período de prueba de seis meses.
       - …los títulos del panteón quedaron en lo de Pepe, estoy segura.

......

                   A la entrada, unos escalones de mármol conducen al zaguán. Una puerta cancel con vidrio esmerilado da al primer patio interior. Piso estilo damero y claraboya.
                   Varias señoras están instaladas en cómodos sillones, tomando el té y conversando animadamente, todas a la vez.
                   - Y entonces sentí como un vértigo...
                   - Camelias. O caléndulas, en todo caso. Bromelias no, nunca.
                   -Un vértigo horizontal, no sé si me explico...
                   -Y no sé para qué voy, si yo ni siquiera soy alcohólica. Unas copitas durante la cena, nada más. Es una costumbre de familia.
                   -¿Bromelias?
                   Martina saluda y las señoras vuelven la mirada hacia ella para sonreírle y darle la bienvenida, sin dejar de hablar entre sí.
                   - Para los vértigos, jarabe de amapolas.
                   -Una resonancia magnética, le dije. Eso es lo que yo necesito.
                   -Jarabe de jazmín, en todo caso. O de guayabas.
                   -Pero los médicos de ahora son así, no te hacen caso. Ni siquiera te escuchan.
                   - Camelias. Bromelias nunca.
                   Guiada por Coca, Martina recorre un pasillo que conduce a un segundo patio, más pequeño, donde funciona el comedor diario. A un costado está la cocina y hacia atrás el fondo. Martina recuerda la casa de sus abuelos.
                   - Sin sal. Y tibio.
                   - Culpa de la nutricionista.
                   -Una ensalada hubiera sido más adecuada.
                   - Con una pizca de sal ¿no te parece?
                   - Y rúcula.
                   Como el destino de la casa no es convertirse en un museo, sus dueñas han introducido los cambios necesarios para añadirle confort y funcionalidad. Un arquitecto retirado las ayudó a reformular los espacios, mejorando la ventilación y la iluminación. Los techos altos permitieron la construcción de entrepisos que agregan metros cuadrados a la propiedad. La cocina se amplió con la antecocina, un pequeño comedor y parte del fondo. El aljibe fue convertido en un elemento decorativo, con reminiscencias coloniales. La antes árida azotea se transformó en un espacio verde.
                   Con este proyecto, Tita, Coca y Chichita han resuelto algunos temas de orden práctico, como la vivienda y la soledad. También se han convertido en pequeñas empresarias, el sueño de toda su vida. Aunque lo de ser empresarias sin fines de lucro no le cierra del todo a Coca. El asunto tiene sus inconvenientes, por otra parte. A cada paso surgen gastos imprevistos que las obligan a echar mano a sus ahorros, como cuando se rompió uno de los caños que atraviesan el jardín. Perdieron cantidades abrumadoras de agua durante meses antes de encontrar la pérdida y repararla.
                   - Lo pagan mis yernos, que me adoran.
                   - Y cuando me levanté, me sentía más cansada que antes de acostarme...
                   - Una resonancia magnética, le dije.
                   - Bromelias. Son bromelias.
                   Las reparaciones, el amoblamiento, los impuestos, todo insume dinero. Y el retorno es lento, con cuentagotas. Para conseguir un préstamo bancario deberían hipotecar la propiedad, lo que les provoca pesadillas. Prefieren recolectar dinero entre sus familiares y amigos y después devolverlo lo antes posible. Sin pagar más interés que un regalito y muchas sonrisas.
                   - Me adoran, no te exagero.
                   - Yo con el alcohol no tengo ningún problema...
                   - Camelias.
                   - Y un poquito de ron no le hace mal a nadie.
                   Otro tema en cuestión es la democracia interna, de la que todos hablan pero pocos practican. El arquitecto Bonelli, por ejemplo, está sinceramente convencido de que su voto vale por dos. Por ser hombre y arquitecto al mismo tiempo. Coca afirma que la opinión de Chichita es irrelevante y Tita, aunque no suele confesarlo en público, se considera a sí misma superior a todos los demás.
                   - Siempre tengo alguna botellita guardada, por las dudas.
                   - ¿Bromelias?
                   - En el ropero, entre las toallas del baño, en el armario de la barbacoa.
                   En las reuniones todos hablan a la vez y nadie escucha a nadie. Cuando no hay acuerdo, las potestades resolutivas recaen en el contador de la empresa. Es sobrino y heredero de Chichita, o sea de la casa, de modo que todos confían en él. No ciegamente, pero confían.

......

Ricina, ingerida o inhalada. Muerte por fallo respiratorio. Sarín, inhalado. Originalmente diseñado como pesticida, basta con respirar un poquito para caer en coma y morir.
Veinte y veinticinco, hora de bajar a cenar. Tita apaga su computadora y ordena las carpetas sobre el escritorio. Antes de salir se envuelve en un chal para protegerse de las corrientes de aire que atraviesan el comedor. Se pone un gorrito haciendo juego, empuña un bastón de ébano que no necesita en absoluto y se dirige hacia la escalera.
Va absorta pensando en el ántrax, que apropiadamente inhalado hace que el sistema respiratorio colapse en pocos minutos.

......

-  Y los títulos del panteón ¿quién los tiene?
- Bizcochitos de anís, comé tranquila que no engordan...
-...cuando enterramos a Rosita ¿se acuerdan?
-  Y sin gluten.
- ¿A Rosita?
- ...el panteón de los Martínez, en el Cementerio Central...
- A las ocho y cuarto, todos los martes. A veces en lo de Lala, a veces en lo de Cuca.
- ...primos políticos de los Mastropiero...
-... es mejor no decirle nada y que se vaya muriendo así, de a poquito, sin darse cuenta...
- ¿Te parece?
-... porque las de Aries somos así, generosas...
- Lo peor es la humedad...
- Cien por ciento ecológico.
- ... los Mastropiero de Sauce Viejo no, yo te estoy hablando de los Mastropiero de Illescas...
- Y autosustentable.
              - En el cementerio del Buceo, a las once.

……

La felicidad ajena entristece a Coca. Más que entristecerla la amarga, la envenena y la deprime. Para peor, su bondad natural le impide tomar medidas concretas que atenúen su sufrimiento. Coca es incapaz, por ejemplo, de destratar a la empleada o de hablar mal de sus amigas. Por lo tanto, se resigna a padecer calladamente las alegrías de los demás, relegando sus sentimientos de legítima revancha al plano de las fantasías.
Para equilibrar este exceso de sensibilidad, a Coca la desgracia ajena no la afecta en lo más mínimo.
……

-Adela Mastropiero se casó con uno de los Priore y Adela Priore con uno de los Mastropiero.
- Hoy es martes ¿no?
- A veces las confundían.
- En el panteón de los Martínez.
- Con unas copitas duermo toda la noche tranquilamente...
- Cuando enterramos a Rosita ¿se acuerdan?
-¿Y yo qué voy a hacer en el panteón de los Mastropiero? Si apenas somos primos políticos.
- Oigo lo más bien.     
- Es que en el nuestro ya no cabe más gente...        
- ¿Y Rosita dónde está?
- Primos de tu tía Coca.
- Con unas gotitas de vinagre.
- Cuando quiero, oigo perfectamente.
- Tía abuela, cierto.
- O de limón.

                   Cada mañana, Chichita pasa la aspiradora por todos los rincones de su dormitorio, en un vano intento de detener el avance de los ácaros sobre su vida. Cuando termina, dedica unos minutos a tender la cama y ordenar sus cosas.
                   Todo en su cuarto es muy apropiado. Las cortinas drapeadas, las molduras de yeso del cielorraso, los almohadones de terciopelo, la araña de caireles de cristal. Fotografías de sobrinos y sobrinos nietos, una colección de recuerdos traídos de sus viajes y algunos libros de tapas muy bonitas.
                   A veces se instala en su mecedora estilo vienés, junto a la ventana que da al jardín. Desde allí puede ver al arquitecto Bonelli trabajando en sus rosales.
                   El jardín es muy grande y está dividido en áreas. Rincones de sombra para leer y descansar, senderos enlosados, una fuente contra un muro lindero, una quinta. Entre el follaje puede distinguirse alguna plantita de cannabis.
                   A Chichita le gustaría agregar un rincón con diversas variedades de orquídeas. Aparte de eso, la preservación del ecosistema no figura entre sus prioridades. Mucho menos el contacto con la tierra, los gusanos y las lombrices.
……
                  
                   - ¿Y nosotros qué estamos haciendo en este velorio?
                   - Una copita cada tanto, nada más...
                   - La novela de las nueve no me la pierdo por nada.     
                   - En el Cementerio Central, a las cuatro de la tarde.
                   - Hoy es viernes ¿no?
                   - Yo al panteón de los Mastropiero no voy. Prefiero que me incineren.
                   - Era tan buena...
                   - Un tesoro.
                   - ¿Martes?
                   - Igualita a Grace Kelly.
                   - La novela de las nueve no me la pierdo por nada.
                   - ¿Y justo ahora tenés que ir al baño?
                  
………..
                  
                   La liberación femenina ha sido un gran error histórico, decreta Tita, sirviéndose una generosa porción de strudel. El strudel de mburucuyá, especialidad de Chichita, genera el clima ideal para conversar sobre cualquiera de sus temas favoritos, ocupación que resulta bastante grata si no se padece de la malsana costumbre de pretender que las actividades tengan alguna utilidad.
                   - Licor de carqueja ¿una copita?
                   Tras haber sido una pionera en la lucha por las reivindicaciones de su sexo, generando varios escándalos sociales en el Montevideo de los años cincuenta y provocando algún que otro infarto en su propia familia, Tita tiene ahora una opinión más bien cauta acerca de los supuestos avances logrados por las feministas, a quienes cariñosamente califica de ingenuas. Coca asiente mientras Chichita suspira. Tal vez alguna de ellas añore, sin confesarlo, aquel orden patriarcal tan alegremente abandonado.
                   - ... con harina integral, comé tranquila que no engorda...
                   En su opinión, el feminismo había agregado nuevas responsabilidades sobre los hombros de las mujeres sin liberarlas de las cargas tradicionales.
                   - Totalmente magra.
                   Además de atender sus obligaciones ancestrales, insiste Tita, ellas ahora deben trabajar a la par de los hombres. En contrapartida, han obtenido el dudoso privilegio de dirigir empresas, dedicarse a la política y hacer deportes. En algunos países incluso han conquistado el derecho de ir a la guerra, señala Coca.
                   - ¿Canela?
                   Queda por ver si la emancipación sexual, lograda gracias a la entusiasta colaboración del género masculino, es realmente un avance. Las píldoras anticonceptivas les impiden apelar a una cómoda abstinencia para el control de la natalidad y las jaquecas a la hora de acostarse ya no son bien vistas.
                   - Cien por ciento orgánica...      
                   Cómo eludir el sexo conyugal es otro de sus temas favoritos. Tita, que ha enterrado a dos maridos y a varios amantes, se considera con más derecho a opinar sobre la vida matrimonial que Chichita, que sólo ha enviudado una vez. Incluso tiene el proyecto de escribir en su blog una especie de manual breve y conciso sobre las mejores respuestas para darle a un cónyuge insistente.
                   - Tres cucharaditas...
                   Para empresarias o profesionales, el estrés es una buena excusa. Para damas ociosas, Tita aconseja el herpes vaginal, medida efectiva pero en exceso drástica en opinión de Chichita, que se inclina por soluciones más negociadas, como establecer días fijos con antelación y marcar límites a la duración del asunto.
                  
......

                   -... y entonces me subió la presión...
             -...un aroma frutado, como a ciruela...
            - A diecisiete.
            -López. Se llamaba López.
-Gracias a que yo les avisé...
-Claudio López. Un amor.
-Y sentí como un escalofrío...
-¿En la rodilla? ¿En serio?
-Sí, en serio. Un tatuaje con forma de tarántula.
- Y así fue que pasamos del corsé a la anorexia.
-No sé para qué tanto apuro, si al final siempre llegamos tarde.
-Me mintió, ¿te das cuenta?
-Y justo se me voló el paraguas.
- Y de la frigidez al orgasmo múltiple.
-Mis vecinos me adoran.
-Con piscina climatizada...
-Me adoran, en serio.
- Y yo por las dudas me traje la platería...
- Un imperativo tras otro.
            - Es para sacarle brillo, le dije, después te la devuelvo...
            - Y una textura sedosa, propia del Malbec...
            - Porque al fin y al cabo era de la abuela ¿no?
...

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